Pero para eso ya están los anuncios y las cervezas, para acomodarnos.
El teatro nos permite alejarnos de ese falso Estado de Bienestar y caminar otros senderos, a veces poco transitables, que son los que nos llevan a los más bellos paisajes o a descubrir el verdadero color de la nieve.
Dejemos, nosotros los actores, de tratar de asfaltar los campos, de detener la fuerza de los ríos, y aprendamos a colocar cada guijarro a su debida distancia para que el público pueda atravesarlos compartiendo con nosotros el gozo de llegar al otro lado y el miedo de haber estado a punto de ser arrastrado por el caudal.
Quiero decir, enfoquemos la información que queremos dar a nuestros espectadores, amplifiquémosla, despojemos los canales de todo residuo para que aquellos que vienen a vernos tengan los agarres suficientes para mantener el equilibrio, y no un cómodo sofá en el que dormir tranquilos.
2 comentarios:
A veces la incomodidad no se debe al cambio de sofá, sino a la ausencia de sus cojines. =)
Qué bueno. Me ha encantado, y estoy completamente de acuerdo contigo.
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