La ausencia, despacio, bajando escaleras
a veces cala al medio metro.
En la calle los mercados, las tabernas,
inservibles, desprenden olor a libro viejo,
a pared humedecida.
¿se amarillea el mundo o son los ojos?
De tanto hacer de hígado corazón olvidamos
que la vida sigue incandescente,
que entre tanto cemento corre la sangre
más y mejor por dentro de las venas.
Pues sí que es engañosa la milonga de pensar
que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Dale cuerda a la candela, ya verás qué buena luz.
1 comentario:
Candela... milonga...
Me gustan mucho esas palabras, y más aún cuando las usas tú con ese aire gaditano.
AnónimA
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