Antes de que se me pase ese regusto
azucarado de Julián -personaje que interpreto en Destinos-, quería
aprovecharlo para dedicar a esos momentos algunas palabras que llenen
el vacío que deja un proyecto de estas características.
Anoche mismo comentaba Borja que
nuestro siguiente reto debía ser rodar algo de ciencia ficción; y
lo dice Borja, cuando en su casa salieron a saludarme cada día de
rodaje Lex Luthor y Woody (¡hay una serpiente en su bota!). Cuando
en las sesiones de ensayo disfrutamos de la compañía de R2D2, algo
bajo de energía, pero ahí estaba. Me da por pensar en ese
porcentaje de ciencia ficción que hay en la vida real algunas veces.
¿De dónde proviene el impulso que nos hace conectar, la combustión
que nos hace reir juntos sin apenas conocernos? Así nos pasó a
todas y a todos, creo, desde el primer día que Cándido nos citó, y
hasta después de los cristales rotos, de las copas de vino volcadas,
del último cigarro.
Se trata de una energía que sube y
sube como la cafetera de Fidel -pero sin llegar a arder-, que se
genera sin que sepamos de qué manera y que no es reproducible, es
única como las personas que han trabajado en este cortometraje. Y es
real, casi palpable.
No quiero daros las gracias, equipo.
Creo que ya nos las dimos bastante durante el rodaje. Es más,
afortunadamente parece que no va a ser tan fácil sacaros de la
rutina.
Mi intención con este escrito es
pediros la revancha, sigamos apostando, sigamos jugando.
¿Os hace?
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