12/5/08

Corazón


...


- Sólo quisiera que por una vez escuchases mi corazón.


Acto seguido él descolgó de la pared el cuchillo jamonero y no dudó en ensartarlo en el pecho de ella. Inesperada la estocada, cayó desnuda dibujando motivos rojizos en la alfombra, entregado su cuerpo a su propio deseo.

Pocas horas tardó en, meticulosamente, desgranar de órganos, huesos, venas y tejidos el pecho de su amada, memorizando cada movimiento, cubriéndolos de mimo. Con la primera luz del amanecer descubrió un brillo matutino, mate, blanco. Aceleradas las ganas dejó a un lado el sueño y continuó extrañado hasta alcanzar, ahora por fin, la cavidad en que debía reposar su corazón. Un corazón de nieve limpia pensaba encontrar, un corazón de nácar, quizás, de cristales de sal. Ni lo uno ni lo otro, lo único que encontró en el lugar en que debía hallarse su corazón, era una caracola, blanca, pulida por la marea.

Templó su nervio y se la acercó al oído, haciendo uso de toda su atención.

Pocos segundos más tarde la caracola, empapada en sangre, volvía a ser cubierta por tejidos, huesos, colocados al milímetro, como si esa maravilla de mujer la hubiese creado él mismo. Su propia sangre ocupó el lugar de la sangre perdida, cicatrizando las heridas, dándole calor.

Rendido ante el cuerpo de ella, esperó con una mano agarrada a la suya y otra acariciándole el pelo, esperó a que el mecanismo volviera a su funcionamiento, a que la vida volviera a apoderarse de su cuerpo. Atento al momento en que recuperara la conciencia, al verla abrir sus ojos, dijo:


- Cariño, vayamos al mar.



4 comentarios:

Alberto Ayala dijo...

JuanPa, espero que la espera te merezca la pena.

Nos vemos pronto!

Anónimo dijo...

Me alegra encontrarme un cambio de estilo en tu blog... ¡Me ha gustao muxo!. :D

No vemos pronto!

Anónimo dijo...

... siempre tan cerca del delirio y el pecado,
sin moverme casi nunca de tu vera



Para que no te quedes nunca del todo ni te vayas, por favor, pa siempre.



Anónima

Gad dijo...

El cuento está bueno; no se me hubiera ocurrido. Quizás, no hubiera incluido los puntos suspensivos al comienzo, pero está bien: abre lugar al juego, y tiene todo el peso del silencio.

En realidad, cambié la dirección para despistar, pero me alegra haber hecho que alguien quisiera buscar los rastros. No hay drama con las empanadillas.

Saludos.